miércoles, 28 de agosto de 2013

Terapia animal

Hoy quiero hablaros de los grandes beneficios que puede suponer una mascota (siempre y cuando el paciente sea amante de los animales y responsable con ellos) para personas con casi cualquier tipo de enfermedad, aunque tan sólo veremos el caso de los trastornos de alimentación.
Yo he tenido la gran suerte en esta vida de contar con el mejor psiquiatra del mundo, mi chinchilla Pipo (es una especie rara, pero cada vez más valorada como mascota). Cuando estaba en uno de los puntos más críticos de mi recuperación, en los inicios de comer sólidos, mi madre me ofreció la posibilidad de adoptar al animal que yo quisiera, puesto que conoce la pasión que tengo por ellos y sabe que hago cualquier sacrificio por ellos. Entonces, mi sacrificio iba a ser esforzarme en comer.

Decidí sin pensarlo demasiado que quería una chinchilla (la gran mayoría de ellas acaban siendo un abrigo...) y así fue como en navidades llegó a mí Pipo, a quien bauticé nada más verle. Lejos de reacciones extrañas, cuando lo vi en medio del comedor, abrí la jaula, le acaricié sonriente y le dije: "Hola, Pipo." Así sin más.

Se convirtió en mi paño de lágrimas, le contaba lo que no le decía a nadie, y me lo colocaba al lado mientras comía. ¿Para qué? Porque viéndome a su lado quería salir a jugar conmigo, y de esa forma yo daba lo que fuera por él: comía más rápido, más cantidad. Él estaba a mi lado y me animaba.

Conozco otro caso, de un chico que estuvo ingresado en la UTA, que se puso el turbo para recuperarse y tuvo un aliciente en el hospital: por la ventana veía siempre una familia de gatitos, su animal predilecto. Sabía que cuando se recuperara, tendría el suyo propio, y así fue. Ahora se ha creado entre ellos un vínculo tan grande como entre Pipo y yo. Inseparables. Especiales.

Pero repito: no a todo el mundo le benefician los animales si no se saben manejar, ni todos los animales pueden resultar adecuados. Ni todo el mundo está hecho para convivir con una mascota después de las primeras semanas o meses, cuando todo parece fantástico... Yo siempre lo he sabido, y ahora me toca a mí cuidar de Pipo: está mayor y le medico todos los días, mañanas y noches. Y le doy papilla. En fin, le estoy cuidando como él hizo conmigo.

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